El Arte del Engaño: Segunda Guerra Mundial

“Además, casi todos, incluyendo los solteros estaban exentos del reclutamiento forzoso de trabajadores que suministraba esclavos al III Reich, debido a que todas las industrias del XI Arrondissement francés trabajaban teóricamente para Alemania. Eso porque si hubiera sido capaz de sonreír en aquellos tiempos, realmente lo hubiera hecho. En realidad el trabajo en aquellas industrias era sutil; el mejor coordinado y eficaz sistema de sabotaje en la historia contemporánea.

Lo sabía porque uno de sus trabajos consistía en facilitar a esas industrias nuevos diseños, planos y dibujos efectuados por el réseau, formado por estudiantes de ingeniería y delineantes de l’École Polytechnique de París; y esos planos-diseños lucían iguales a los originales que la Wehrmacht, la Luftwaffe o la Kriegsmarine habían dado a jefes y capataces de esas industrias para que basaran en ellos sus productos. Salvo que en los efectuados por el réseau había cientos de dimensiones erróneas en lugares críticos, piezas dibujadas al revés, secciones a la derecha que debían estar a la izquierda como reflejadas al espejo de modo que nada funcionaría.

Mas adelante perfeccionaron el sistema elaborando planos de piezas que funcionaban un rato. Una pieza de avión que dejaba de funcionar en vuelo era mejor que otra que impedía que el avión despegara; la primera mataba a la tripulación. 

Y lo mejor, los alemanes no podían estar seguros de que los errores no fueran suyos debido a que los papeles sobre los que los expertos del réseau de l’École Polytechnique dibujaron los planos falsos, fueron robados de las oficinas de la Wehrmacht y llevaban marcas y señas auténticas. Permitía al capataz encogerse de hombros y decir: “Pero mon capitaine, fabricamos la pieza como indicaba el diseño”.

Cuando los alemanes consultaban el diseño veían que el capataz tenía mas razón que un santo.”

(Pasaje del libro: “Viaje sin planear” de Frank Yerby. Escritor norteamericano)

Cyberseguridad


“Comprobamos el poder de la manipulación del GPS a mediados de 2013 cuando un yate de 80 millones de dólares fue secuestrado falsificando señales de GPS. El superyate de lujo y 65 metros de eslora White Rose of Drachs navegaba frente a la costa italiana cuando, de repente, empezó a virar a la derecha. El barco había realizado un crucero mediterráneo entre Mónaco y Rodas, cuando los hackers activaron su sistema de falsificación de la caja azul. Enfocaron su dispositivo del tamaño de un maletín hacia los sistemas de navegación del yate y de manera imperceptible, empezaron a emitir señales de localización falsas. Al principio, la señal recibida desde aquel faro ficticio era deliberadamente débil. Poco a poco, su resonancia fue aumentando, hasta que acabó por igualar primero y superar después las señales reales de GPS que recibía el yate. Llegados al punto, los hackers tenían el control absoluto del barco y podían dirigirlo adonde quisieran. En el puente de control no sonaron las alarmas y el capitán continuó creyendo que seguía al mando. Las señales falsas eran indistinguibles de las auténticas y su misión se completó.


Pese a que quienes viajaban a bordo notaron que el yate había virado bruscamente, en el interior de la sala de mandos todas las pantallas responsables de su navegación mostraban que avanzaba en línea recta. La manipulación de señales en alta mar se había convertido en una realidad. Por suerte para los pasajeros y para la tripulación del White Rose of Drachs, el secuestro del yate no corrió a cargo de piratas somalíes sino de dos estudiantes doctorados de la Universidad de Texas, Jahshan Bhatti y Ken Pesyna. Ellos trabajaban para el profesor Todd Humphreys, quien desde hace años viene planteando su inquietud acerca de la profunda inseguridad del Sistema de Posicionamiento Global y nuestra dependencia de él”

(Tomado de: MIT Technology Review; año 2013)

Cuidándote en las Redes Sociales (1)

Tomado del libro "Delitos del futuro"
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“Christopher Dannevig utilizó Facebook para encontrar a su víctima, Nona Belomesoff, una mujer de dieciocho años de Sídney, Australia, y estudió meticulosamente su perfil antes de contactarla.

Fueron las frecuentes publicaciones acerca de su amor por los animales que Belomesoff hacía en su página de Facebook lo que dio al acosador la idea de cómo convencerla para quedar con él. Aprovechando los datos publicados en la red social que la joven filtraba sin darse cuenta, Dannevig creó un perfil falso con el nombre de «James Green» y afirmaba trabajar en el Departamento de Recursos Humanos de un grupo de rescate de animales muy conocido a nivel local.

El acosador de la mujer utilizó los detalles que ella misma había proporcionado para engatusarla. Tras crear el perfil falso, Dannevig contactó con Belomesoff e intercambiaron una serie de mensajes, hasta que finalmente consiguió «entablar amistad» con ella y granjearse su confianza.

Poco después anunció que había una vacante en la ONG de rescate de animales en la que ella encajaría a la perfección. Belomesoff accedió a citarse con él para una entrevista y el acosador se ofreció a llevarla en coche hasta el refugio animal ubicado en una zona aislada, justo a las afueras de Sídney.

Emocionada ante la perspectiva de haber encontrado un empleo remunerado trabajando con animales, la joven accedió a ir en el coche con el hombre.

Fue allí, en las afueras desiertas de Sídney, donde Dannevig la asesinó”

Ramiro Henriquez

Los Humanos: ¿Perdiendo el Bus Tecnológico?

Una de las mayores preocupaciones de los estudiosos del comportamiento, es lo que está aconteciendo con la carrera tecnológica, en cuanto enfrentada a la síquis del hombre moderno.
Lo que antes lucía como esperanzador (la ciencia, por definición libera), ha pasado a ser en ocasiones obstáculo, en otras problema cuando no retroceso, pero nunca atribuible a sí misma sino a la respuesta dada por el hombre a su manejo. Como dijo hace poco un magistrado suramericano: la tecnología no delinque; lo hacen los hombres prevalidos de ella”.
Pero hay que ir mas allá del mero ángulo jurídico. Baste observar el devenir cotidiano de empresas, oficinas, centros comerciales, corporaciones públicas, plantas industriales o entidades sin ánimo de lucro, para estudiar el desfase producido entre la técnica a mano y lo que el funcionario, ejecutivo o empleado realice con su apoyo.
O sería (?) la primera vez que Ud oyese algo como esto: “no le puedo solucionar pues se cayó el sistema”; o, “estamos atrasados con el nuevo software”; o, “el técnico está fuera de la ciudad (o del país) y no tiene fecha de regreso”; o, “se bloqueó la computadora, regrese otro día”; o, “cambiamos ayer de password y no me han dado el nuevo”; o, “el sistema me dice que su contraseña de ingreso no es válida”; o, ¨mi call center está en otro país y no sé como funcionan las cosas en el suyo¨.
Lo interesante de la pequeña muestra, es que casi siempre la razón aducida por el prestador de servicios es falsa.
Ahora bien, en donde estriba el impase? ¿parecerá suficiente con atribuirlo a mala actitud, descortesía, simple ineficiencia? Aunque posibles todas las anteriores, el problema lo supera.
Una de las probables respuestas es la baja capacidad de asimilación, adaptación o comprensión del individuo (en el profundo sentido sicológico), a nuevas actuaciones a las cuales se vé abocado cuando enfrenta el proceso de cambio, en este caso técnico.
Por la ley del menor esfuerzo (en dos palabras, es preferir lo conocido por encima de la incertidumbre) se producen respuestas inadecuadas a situaciones nuevas, con lo cual todos salen perdiendo, desde el trabajador hasta el cliente, dejando en el camino mala imagen para la empresa a la cual presta servicios.
En igual sentido, los científicos conductuales contemplan angustiados como la tecnología avanza mas rápido que dicha adaptación y en el fondo nadie sabe adonde irá a parar. En el futuro cercano, podríamos apreciar equipos de alto potencial -subutilizados mas que hasta hoy-, incremento en el desempleo por falta de conocimientos o, por qué no decirlo, cargos sobre-pagados pues el empleado no alcanzaría la cota mínima de rendimiento, medido según el manual de operación que viene con el artefacto.
Incluso ciudadanos “por encima de toda sospecha”, como Michael Dell (Dell Computers); Andy Groove (Intel); Steve Jobs (Apple); Larry Ellison (Oracle); Larry Page (Google) o Bill Gates (Microsoft), aceptan que no les es posible cambiar de computador cada seis meses, acorde a la fuerza de las innovaciones sino que prefieren ir a saltos para evitar quedar rezagados.
Que hay de soluciones a la vista?
La primera, aceptar la realidad para encontrar los caminos. Está demostrado que la negación de cualquier suceso -muchas veces evidente- es determinante a la hora de manejar resultados ya fuere en el campo tecnológico o en el vivencial.
La segunda, estudiarse a sí mismo y plantearse interrogantes honestos tales como: ¿Tengo miedo a éste cambio básicamente porque no lo conozco? ¿Lo entiendo verdaderamente? ¿Me atreveré a preguntar sin hacer el ridículo? ¿Perderé mi empleo si fallo? ¿Mi subalterno (o hijo; o hija) sabe mas que yo y por ende me incomoda?
Muchas veces el dialogo sincero, humilde, maduro y ausente de arrogancia con jefes, técnicos, subalternos o coordinadores soluciona el drama. Y lo primordial, fortalece al ejecutivo con miras a un mejor mañana.

Gerenciando Nativos Digitales

El término Nativos Digitales tiene historia reciente.
Acuñado por Marck Prensky, Master en negocios y educación de las universidades Harvard y Yale, fue de los primeros pensadores en alzar su voz respecto de lo que estaba ocurriendo en el mundo en la última parte del siglo XX y comienzos del XXI.
Para Prensky, el cambio a escala mental ha sido de tal magnitud que los cerebros de los jóvenes empiezan a diferenciarse de los nuestros en casi todo, hasta el punto que a partir de los treinta y ocho (38) años de edad en adelante nos bautiza como inmigrantes digitales, es decir, poco menos que ¨aparecidos¨ en el mundo de aquellos y no al revés como sería dable suponer.
Estos niños y jóvenes, quienes han pasado la mayor parte de sus vidas invirtiendo miles de horas frente a computadoras, video juegos, chats, celulares, competencias online y redes sociales, ven el mundo de manera distinta, participando en otro tipo de diversiones, escuchando música especial, yendo a sitios extraños para nuestros estándares, vistiéndose excéntricamente (¿algunos ni se visten?) y por supuesto, tendrán que trabajar de modo diametralmente opuesto al conocido en la formación profesional de los adultos mayores.
Para un joven de la Generación Net (su gentilicio), un trabajo debe ser un sitio donde se va a divertir y de paso aprender pero por encima de todo, enseñar lo que sabe a gente que -como Ud y yo- no se ha familiarizado con su mundo. Lo que antes era percibido como alimento intelectual en la mayoría de temas, en poder de unos cuantos señores eruditos, ha pasado a ser el escenario donde a ellos toca dictar cátedra porque allí casi nadie entiende lo que hacen.
Filosofando, hemos pasado de tener respuestas para todo a las preguntas para todo, con la diferencia que los maestros son mas jóvenes.
Lo anotado, ¿Los hace menos capaces, menos inteligentes, poco productivos? ni por asomo.
Simplemente los torna distintos pero con objetivos vivenciales similares a los que trasegamos -desarrollarse profesionalmente, casarse, formar una familia, divertirse, trascender, ganar dinero y/o prestigio- algunos como líderes, otros como eficaces seguidores. Para ellos, laborar no es cargar la cruz por tomar el fruto prohibido del Paraíso ni el cuento de ganar el pan con el sudor de la frente (si alguien suda, es un computador) y mas bien, consideran el mundo empresarial un anacronismo a administrar con apoyo tecnológico, pero gerenciar de modo particular.
En igual sentido, ¿qué importancia tiene entender el universo de estos chicos y chicas? Toda.
Porque para gerenciarlos, o en otros términos, liderarlos mientras toman las riendas del mando y del mundo, hay que conocerlos mejor que ahora, saber qué los mueve -y conmueve-, cuales sus motivaciones (nos sorprendemos al comparar con las nuestras y vemos que concuerdan poco), dejarlos tranquilos, entender que su Facebook es exactamente igual que nuestros comics de Supermán (Spidermán lo derrotaría hoy de una, pues viene con antivirus que se actualiza cada minuto); su Twitter, equivale a nuestros papelitos lanzados a las chicas en el salón de clases colegiales o universitarias; su blackberry, nuestro beeper (apostamos que un jóven no tiene la menor idea del artefacto ni jamás ha tocado uno y si le dices que es un país se encoge de hombros con un aburrido ok); nuestro fax, su scanner; la vieja cámara de fotos, su celular, el I-phone, las cartas perfumadas de la novia, remitidas con mensajero.
Tanto como nos costaba concebir la vida en el siglo X (no existía nada de lo que poseíamos hasta ayer) así para ellos es un problema complicado entender la generación pasada. Dirán los puristas que existe un abismo entre diez siglos de diferencia y menos de uno. Quizás verdad revelada para nosotros, pero para los nativos digitales mil años nuestros equivalen a cien de los suyos de suerte que estamos a mano en la comparación. Si lo duda, pregunte al primer niño de siete años que se le atraviese con un I-Phone en su mano.
Pero sorpresas depara la vida.
Al momento de terminar este artículo nos contaba una gran amiga quien vive en Vancouver, Canadá, que su mamá (87 años) le pidió que no podía regresar a su país si no le llevaba el lápiz electrónico para su I-Pad2, porque se cansaba al escribir con los dedos.
Segunda perla: la abuelita juega -y a veces les gana- con sus nietos en los videojuegos online.
Tercera: No es ingeniera de Sistemas retirada, ni ex-gerente de empresas ni banquera pensionada, ni profesora universitaria. Su oficio: escultora.
¿Requiere mejor argumento para evitar seguir realizando sus labores como ayer y antier? Por nuestra parte, ya sabemos a quien emular. No precisamente un niño de siete años con su I-phone.